lunes, 26 de agosto de 2013

Llámame! ... antes que me muera!

Ringgggg Ringggggg ... saltaba el teléfono a ritmo de polka... y así veinte veces... "Que ya voy!" grité fastidiado "Pero que desesperada es la gente! Sino contesto a la quinta timbrada deberían pensar que es porque no puedo responder el teléfono!" ... "Si! Aló?" Respondí muy molesto. Al otro lado de la línea y de mi vida surgió una voz triste, muy triste y llorosa, con ese llanto que sale del corazón mismo, un corazón que parecía yacer al lado de una esperanza también muerta. "Inquisidor?" "Si, soy yo!" Continuo la voz: "Paul, nuestro querido Paul, se murió!" Luego silencio, un silencio ante el cual corrió  despavorido el tiempo pues no se cuanto quede allí, de pie, cual estatua romana! "Pero qué dices? Debe haber un error! ... Estás segura?" " Si!" añadió. " Sucedió anoche!" 

Seguí parado, no se cuanto! Duermo con las luces prendidas y por ello pude notar la entrada de la muerte con toda su procesión. Vi a todas esas horribles serpientes reptando por toda mi casa, estaban en todos lados, en el piso, en las paredes, detrás de la Virgen que tengo al pie de mi cama, en el techo, me rodearon con su burlesca sonrisa, mostrándome su viperina lengua. A su paso, todo quedaba hundido en un oscuro vacío.  En tanto, debajo del piso escuchaba el rasguido de furiosos seres, desesperados por entrar, vi cientos de personas idas salir de sus tumbas, me miraban con hiriente lujuria -no tenía idea de donde me encontraba-  luego aparecieron seres alados oscuros que sobrevolaban mi cabeza queriéndome atrapar, dando muestras de gran poderío! habían millones de cucarachas queriendo subirse a mis pies... cuando de pronto lo ví. Fue la escena mas hermosa vista en mi vida! Paul caminaba ascendiendo a una colina, llevaba en sus manos una vela con una luz cuyo calor me llegaba a alcanzar ¡Que delicia! y a su paso todo se tornaba una muy bella verde pradera mientras se asomaba un Sol que todo lo iluminaba, que todo lo abrigaba... y ante el cual todo huyó espantado!... Paul, con una muy dulce sonrisa, seguía caminado hacia ese Sol. 

Paul entró a mi oficina, sudoroso con toda su inmensa humanidad pues era gordito, con la corbata fuera de sitio,  el cuello de la camisa desabotonado y el pantalón a media cadera. Había  llegado veinte minutos tarde y yo no espero a nadie  más de cinco minutos - y allí una de las razones que justifican mi reconocida y pública antipatía - pero se trataba de Paul y a el si lo esperaba. Me puse en pie, lo abracé pues hacía varios años que no lo veía. "Maestro, que gusto verte! Cómo has estado? Dime, prefieres que hablemos del caso que quiero encargarte? O primero nos ponemos al día en los caminos transitados de cada una de nuestras vidas?" Se sonrió a media boca pues ese era su estilo y me dijo: " Déjame presentarte a Valeria! Ella es abogada y es mi bella e inteligente asistente!" Confieso que, hasta ese momento, ni cuenta me había dado de su presencia y en verdad, luego de verla, corroboré que en efecto era muy hermosa. "Por favor, tomen asiento. Desean tomar algo?" Se miraron sin saber que responder, a lo que insistí "Vamos, con confianza, díganme que quieren?" Valeria respondió: "Agua, esta bien para mi!" Paul  añadió: "Si, agua también esta bien para mi".  Ya recostado en mi sillón comencé: "Bueno, el caso se trata de ....." Y así, explicándoles el caso y respondiendo sus preguntas por poco más de una hora.  Paul finalmente me dijo: " Tomamos el caso!" Lo que agradecí pues confiaba en su trabajo. Instantes después, Valeria, se disculpó pues tenía una reunión a la que asistir. Me quedé con Paul, conversando de todo un poco, cosas de ordinario hasta que le conté de mis hijos hablándole un poco de cada uno de ellos. Noté que se puso triste, quizá fue solo mi idea. El caso es que mirando el reloj me percaté que no tenía más tiempo para preguntarle la razón de su advertida tristeza. No obstante,  comenzó a contarme de su divorcio y que, ya recuperado, estaba saliendo con otra chica. Lo vi ilusionado, visión ajustada por el casi nulo tiempo con el que ya contaba, lo que me hacía rebalsarme de tristeza. "Paul, Maestro! Debo irme pues tengo otra reunión!" Dicho esto tomé conciencia que lo nuestro no había sido solamente una reunión de trabajo sino  además una reunión de amigos en la que nos estábamos comenzando a contar sobre cosas importantes de nuestras vidas, pero yo tenía que irme. Maldita sea! " Amigo, dame tu número de teléfono que yo te llamo para seguir conversando". No lo llamé pues he andado muy ocupado (quizá como tú también andas querido lector!). Hoy se que nunca más lo podré llamar pues él ya esta muerto.

Los alumnos abarrotaban el salón de grados pues habían asistido a escuchar una de las tertulias jurídicas y políticas de Paul. El era sumamente inteligente y mordaz al exponer su pensamiento. Nos atrapaba a todos, judíos y romanos, blancos y rojos. Yo estaba en el Auditorio, también atrapado en su discurso. "Pero que cosas más ciertas dice este Paul" comenté a una compañera de estudios a la que había invitado para comenzar a cortejarla. Qué les puedo decir? Ese era mi estilo de cortejo y quizá por eso me quedé soltero hasta muchos años después. Era mas pavo!!! ...  "Espérame aquí un instante que voy a ver si alcanzo a Paul para hacerle unas preguntas", le dije a mi compañera. No  alcancé a encontrarlo y al regresar tampoco encontré a mi compañera. Con seguridad se aburrió de mi y se fue. No la culpo pues sí yo usaría faldas también me hubiera ido. Han pasado veinte años y nunca más podré hacerle mis preguntas a Paul.

El ya no está! Y no tengo la maquinita para regresar en el tiempo. Ahora recostado sobre mi cama me reclamo no haber hecho algo más! Haberle dado más tiempo. No porque el necesitara de mi, sino porque yo quería conocerlo más, mi vida seria mejor. Recuerdo entonces que tengo varios amigos a los que no veo hace tiempo y no quiero que se vayan sin haber conversado con ellos y ellos conmigo, aprender de sus experiencias, aprender de sus vidas y de esa manera, mejorar la mía. 

Todos somos compañeros de viaje y les pido que aprovechemos el tiempo en compartir más de nosotros mismos pues ni idea tenemos en que paradero del bus de la existencia terrena nos deberemos bajar. Busquémonos, reunámonos, conversemos, cualquier ocasión o cualquier excusa será útil en tal afán. Entonces me acuerdo de Giovanni, busco su número y lo marco.... Ring ring... Y así ciento cincuenta veces! ... Me contesta una voz, quizá tan fastidiada como la mía al recibir la llamada informante de la muerte... "Aló! Giovanni? Soy yo el Inquisidor! Quería invitarte a tomar un café y mostrarte las fotos de mis hijos... Nos podemos ver? ... "Si, claro! que gusto saber de ti?, sigues gordo?"  respondió y agregó: "Te parece este jueves a las cinco en el café Havanna?"  Emocionado le respondí: " Allí estaré cual soldado!" "Te mando un fuerte abrazo!"...

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